Pero en el momento actual de Ubuntu Touch (OTA 9.1) no resulta sencillo acceder. Eso a pesar de que existe una excelente versión web (KeeWeb) y, recientemente, una aplicación (Keepit) pero con el inconveniente de que debe manejar la base de datos sin encriptar y que la importación tanto de la BD como la key es complicada de realizar. Probablemente mejore estos puntos en el futuro pero ahora mismo casi que ya me da igual.
Clipperz soluciona totalmente el problema.
Clipperz es un excelente gestor de contraseñas con numerosas ventajas adicionales.
Tiene la ventaja de que se puede usar perfectamente desde un navegador por lo que, para mi comodidad, simplemente he hecho una webapp: Clipperz para Ubuntu Touch.
Su adaptación a cualquier tipo de pantalla es perfecta, así que se pueden aprovechar al 100% todas sus ventajas entre las cuales conviene destacar:
- El cifrado de la base de datos se realiza en el propio navegador por lo que se envía a los servidores de forma totalmente cifrada. Así está resuelto el problema de tenerla disponible en cualquier dispositivo. Por otra parte, es posible guardar una copia localmente por lo que tampoco es imprescindible tener conexión a Internet para poder usarla.
- Permite guardar entradas ilimitadas así como anexarles todo tipo de archivos (hasta un total de 100 Mb).
- El acceso se protege con contraseña (mejor si usas una frase de paso) y
adicionar un pin si quieres. También puedes generar, copiar y/o imprimir contraseñas de un solo uso lo que es particularmente útil cuando quieres acceder desde un ordenador ajeno. Así si, por esas cosas de la vida, alguien se queda con la clave, no le servirá para nada.
- Naturalmente, también tiene su propio generador de contraseñas que puedes configurar para que te proporcione contraseñas aleatorias con los tipos de caracteres que tú quieras.
En definitiva, Clipperz es una solución para gestionar contraseñas muy útil y, para mi gusto, bonita que funcionará perfectamente en cualquier dispositivo y medida de pantalla.
Un gran descubrimiento que le debo al ingeniero Jorge Candela.
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