jueves, 5 de noviembre de 2015

Ubuntu Touch, en el año del Señor de 2015

Si, este es un buen año. En medio de crisis, movimientos de gente buscando seguridad y un creciente despertar de la conciencia global... me he embarcado definitivamente en la aventura tecnológica más interesante de este siglo.

¿Qué haces insensato?

He abandonado la rutinaria seguridad de mi Android y me he embarcado en Ubuntu Touch. Y he quemado mis naves; no hay vuelta atrás. Me he desprendido de mi nave interestelar y me he puesto a pilotar un galeón pirata.

Si, el cambio es brutal, ya lo sé.

A bordo de un BQ Aquarius E5 HD Ubuntu Edition pretendo surcar más o menos feliz e impasible los mares de mi mundo digital. No me lo han prestado amablemente para probarlo así que voy a sentirme muy libre para hablar de sus bondades y sus miserias.

Y no, no se presenta la aventura fácil.

Pero os la iré contando.

Por lo pronto, ya puedo asegurar y aseguro que no es algo que os recomiende de forma entusiasta.

Mi mundo Android iba como la seda. Fluía mi ROM personalizada (Resurrection Remix, una maravilla) como la Enterprise de Star Trek. Su universo de aplicaciones me hacían la vida fácil. Mi dispositivo no corría, volaba en un espacio vacío sin apenas resistencia.

Entonces, ¿por qué, por qué? ¿Ha sido un suicidio digital?.

Ay, llamémosle aventura, el magnetismo del código abierto, la necesidad de luchar por una causa perdida. Lo que sea.

He vuelto a la edad de piedra.

Sinceramente, Ubuntu Touch está en pañales. En cuanto a productividad con el móvil he descendido a una época primigenia y oscura. Las cosas que eran extremadamente sencillas con mi Android modificado ahora son un reto en mi Ubuntu Touch.

Pero así se forjan los heroes.

Quiero pensar que esto va a ir a más. Que va a ser un sistema operativo extraordinario. Que la famosa confluencia está al caer y finalmente podré usar muchas aplicaciones que me alegran la vida en el PC con Linux, naturalmente.

Si ese punto llega a materializarse, este galeón surcará los cielos.

Por el momento, me muevo en el Mar de los Sargazos.

Continuaré informando a través de este cuaderno de bitácora.
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